
​Áreas que trabajamos
En Camino Vital abordamos una amplia variedad de temáticas relacionadas con la salud mental adolescente y adulta, ofreciendo acompañamiento especializado y basado en evidencia. Nuestro equipo multidisciplinario —psicólogos, psiquiatras y terapeutas ocupacionales— ofrece una mirada integral que permite comprender cada caso en profundidad y diseñar intervenciones adaptadas a las necesidades reales de cada persona. Nuestro compromiso es entregar un espacio seguro, cercano y profesional para promover bienestar, autocuidado y cambios significativos
Autismo en adolescentes y adultos

Ofrecemos acompañamiento respetuoso del neurodesarrollo, centrado en psicoeducación, adaptación del entorno, habilidades sociales y apoyo en desafíos cotidianos. Favorecemos la comprensión del perfil individual y el fortalecimiento del bienestar.
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Trastornos de conducta alimentaria (TCA)

Los Trastornos de la Conducta Alimentaria comprenden un conjunto de condiciones psicológicas que afectan la relación que una persona tiene con la comida, el cuerpo y el peso. Entre los más frecuentes se encuentran la anorexia nerviosa, la bulimia nerviosa y el trastorno por atracón, aunque existen otros diagnósticos y presentaciones clínicas.
Estos trastornos no se reducen a “comer más o comer menos”: involucran factores emocionales, cognitivos, conductuales y biológicos. Suelen estar asociados a dificultades como baja autoestima, ansiedad, perfeccionismo, experiencias traumáticas, autoexigencia, alteraciones de la imagen corporal y dificultades para manejar emociones intensas. También pueden generar riesgos médicos importantes, por lo que requieren un abordaje oportuno.
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Trastorno por Déficit Atencional (TDA/H)

El TDAH es una condición del neurodesarrollo que afecta la capacidad de regular la atención, la impulsividad y/o el nivel de actividad. No se trata de “falta de voluntad” ni de un problema de motivación: tiene un fuerte componente neurobiológico, con bases en funciones ejecutivas como la inhibición, la planificación, la autorregulación emocional y la memoria de trabajo.
En la adultez, el TDAH puede manifestarse como:
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Dificultad para sostener la atención en tareas prolongadas.
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Problemas para organizar rutinas, planificar o priorizar.
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Sensación constante de “mente acelerada”.
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Impulsividad en decisiones o en la gestión emocional.
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Desorden, olvidos frecuentes o procrastinación.
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Cansancio mental, frustración y baja autoestima por esfuerzos no reconocidos.
Lejos de ser un único perfil, el TDAH se expresa de manera heterogénea, pudiendo presentarse de tipo inatento, hiperactivo-impulsivo o combinado, y muchas veces coexistiendo con ansiedad, trastornos del ánimo, dificultades sensoriales o trastornos del sueño.
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Trastornos ansiosos

Los trastornos ansiosos abarcan un conjunto de condiciones en las que la ansiedad deja de ser una respuesta adaptativa y se vuelve excesiva, persistente y difícil de controlar, afectando la vida cotidiana. Incluyen el trastorno de ansiedad generalizada, crisis de pánico, fobias, ansiedad social y ansiedad asociada a situaciones específicas.
La ansiedad se origina en una interacción entre factores biológicos, psicológicos y ambientales. A nivel clínico, puede manifestarse en:
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Síntomas físicos: palpitaciones, tensión muscular, molestias gastrointestinales, dificultad para respirar, insomnio.
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Síntomas cognitivos: pensamientos catastróficos, anticipación negativa, sensación de pérdida de control.
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Síntomas conductuales: evitación, inquietud, hiperalerta, dificultad para iniciar o mantener tareas.
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Síntomas emocionales: miedo intenso, irritabilidad, angustia o sensación permanente de amenaza.
La ansiedad no siempre se presenta de forma evidente. Muchas personas experimentan una “mente inquieta”, sobreexigencia, cansancio extremo, bloqueos o una sensación constante de alerta sin un motivo claro
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Trastornos del ánimo

Los trastornos del ánimo incluyen condiciones como la depresión, el trastorno bipolar, los episodios mixtos y otras alteraciones relacionadas con cambios persistentes en el estado emocional. Estas condiciones afectan profundamente la energía, la motivación, el sueño, el pensamiento, el funcionamiento social y la capacidad de disfrutar actividades cotidianas.
No se trata de “estar triste” o “no tener ganas”: los trastornos del ánimo tienen una base multifactorial, que integra componentes neurobiológicos, psicológicos y ambientales. Pueden manifestarse a través de:
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Cambios emocionales: tristeza persistente, irritabilidad, apatía o euforia inusual.
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Alteraciones cognitivas: dificultad para concentrarse, pensamientos negativos o sensación de vacío.
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Síntomas físicos: cansancio extremo, alteraciones del sueño, cambios en apetito o peso.
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Cambios conductuales: pérdida de interés en actividades, aislamiento, impulsividad o fluctuaciones marcadas en energía y ritmo.
Los trastornos del ánimo pueden afectar la vida laboral, social, familiar y el autocuidado. Un abordaje adecuado permite estabilizar los síntomas, recuperar funcionalidad y promover bienestar emocional a largo plazo
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Duelo

El duelo es un proceso emocional profundo que aparece tras una pérdida significativa: la muerte de un ser querido, una separación, la pérdida de salud, cambios vitales importantes o incluso transiciones que implican despedirse de etapas o roles. No es un estado único, sino un proceso adaptativo donde la persona intenta integrar la pérdida en su vida, comprender lo ocurrido y reconstruir un sentido de continuidad.
El duelo puede incluir una amplia gama de experiencias:
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Emocionales: tristeza intensa, culpa, miedo, confusión, alivio, rabia.
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Cognitivas: dificultad para concentrarse, pensamientos intrusivos, incredulidad.
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Físicas: cansancio, alteraciones del sueño, dolores somáticos, cambios de apetito.
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Conductuales: aislamiento, evitación de recuerdos, búsqueda de conexión con la persona o etapa perdida.
Aunque es un proceso natural, en algunos casos se vuelve prolongado, complejo o desbordante, especialmente cuando existe un vínculo muy significativo, pérdidas traumáticas, duelo anticipado, falta de apoyo o historia previa de trastornos ansiosos o depresivos. En esos casos, la intervención profesional puede ser fundamental para acompañar, contener y guiar el proceso de adaptación
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Depresión post parto

La depresión post parto es una condición de salud mental que puede aparecer durante las primeras semanas o meses después del nacimiento de un hijo. Se diferencia del “baby blues” —cambios emocionales leves y transitorios— porque sus síntomas son más intensos, más duraderos y afectan el funcionamiento diario, la vinculación con el bebé y el bienestar general.
La depresión post parto tiene un origen multifactorial, donde convergen cambios hormonales, alteraciones del sueño, experiencias de parto, vulnerabilidad emocional previa, falta de apoyo, expectativas culturales y demandas del cuidado. Puede manifestarse a través de:
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Síntomas emocionales: tristeza persistente, irritabilidad, llanto frecuente, apatía, ansiedad.
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Síntomas cognitivos: pensamientos de culpa, sensación de incapacidad, autoexigencia extrema, miedo constante a “no hacerlo bien”.
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Síntomas físicos: agotamiento extremo, trastornos de sueño, disminución del apetito o alimentación emocional.
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Dificultades en el vínculo: desconexión emocional con el bebé, sobrepreocupación o temor excesivo.
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Conductas asociadas: aislamiento, pérdida de interés en actividades, dificultad para pedir ayuda.
No es señal de debilidad ni falta de amor: es una condición médica y psicológica real, que requiere acompañamiento y tratamiento oportuno.
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Temas de crianza

Los modelos de crianza integran conocimientos actualizados de neurodesarrollo, apego, regulación emocional e impacto del entorno familiar en el bienestar infantil. Desde este enfoque, trabajamos en acompañar a madres, padres y cuidadores en la construcción de relaciones seguras y sensibles, basadas en la comprensión del desarrollo cerebral y emocional del niño. Abordamos temáticas como establecimiento de límites respetuosos, fomento de la autonomía progresiva, comunicación efectiva, desafíos del sueño y alimentación, entre otros. Además, consideramos el bienestar del cuidador como un pilar esencial, además de la prevención temprana de factores de estrés.
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